Iniciamos este sexenio con Esperanza, construyendo y fortaleciendo nuestra realidad de familia compartiendo el carisma, espiritualidad, vida y misión con los laicos y laicas.
Continuamos abiertas y confiadas a las señales de Dios que nos muestran el camino a seguir, ampliando los espacios de comunión con laicos, dispuestas a continuar siendo parte del proceso sinodal en la Iglesia.
Queremos seguir escribiendo esta historia en comunión de vida y misión con quienes se experimentan llamados, para que juntos reproduzcamos la santidad y creatividad de Sor María Rafaela (V.C.37) movida por la esperanza que no defrauda (Rm. 5,5).
Sueña quien se arriesga a la novedad. Nos arriesgamos a continuar explorando la ruta del carisma para fortalecer el espíritu de familia con:
Continuamos abiertas y confiadas a las señales de Dios que nos muestran el camino a seguir, ampliando los espacios de comunión con laicos, dispuestas a continuar siendo parte del proceso sinodal en la Iglesia.
Queremos seguir escribiendo esta historia en comunión de vida y misión con quienes se experimentan llamados, para que juntos reproduzcamos la santidad y creatividad de Sor María Rafaela (V.C.37) movida por la esperanza que no defrauda (Rm. 5,5).
Sueña quien se arriesga a la novedad. Nos arriesgamos a continuar explorando la ruta del carisma para fortalecer el espíritu de familia con:
- Audacia para trabajar con ilusión y creatividad los instrumentos y hacer que fructifiquen los retos y desafíos del capítulo.
- Disponibilidad para el discernimiento, que nos hace ver el paso de Dios en nuestra historia y creer que nuestro Dios es el Dios de lo imposible (Lc.1,37).
- Lucidez para mirar sin miedo la situación actual.
- Visión de futuro para ahondar en nuestras raíces en las que Dios ha ido escribiendo una historia rica de buenos frutos.
Damos Gracias porque Dios nos envía a unir nuestro pensar, sentir y actuar en proyección a la Familia Carismática. Qué bueno que podemos caminar juntas y juntos bebiendo del pozo en los Sagrados Corazones, para regar con la misma agua el campo de la misión.
Este año, con el símbolo de la raíz, reconocemos la presencia de Dios padre-madre sustentador y dador de vida.